Nos limitamos aquí a algunas referencias a la prostitución como se presenta hoy, sin precisar las diversificaciones que se encuentran en las diversas culturas.
1. Los organizadores de la prostitución. En la base de la prostitución hay una extensa organización con ramificaciones internacionales, que impone un código de comportamiento; es la única ley que las prostitutas y sus explotadores se sienten obligados a respetar.
La organización de la prostitución se llama proxenetismo, en la cual actúan cuatro categorías distintas: los protectores, los dueños de los locales en los cuales tiene lugar el comercio prostitutivo, las alcahuetas y los traficantes.
Normalmente las prostitutas obran bajo la guía de un protector, que a menudo se convierte en amante parásito de la prostituta, al que ella ama y teme. El protector busca atraer a las muchachas descarriadas, huidas de la casa o la búsqueda de aventuras en concursos de belleza o de cine. Se comienza con algún cliente y con muchos regalos. Pero muy pronto la muchacha descubre en el protector su amo absoluto. que puede también venderla a otro protector. Aunque en proporción menor, también hay mujeres que hacen de protectoras. El dueño es el amo del local puesto (totalmente o en parte) a disposición de los encuentros con las prostitutas. Alcahueta es la mujer que conoce el arte de seducir a la muchacha disponible a la prostitución, la pone en relación con el protector o directamente con los clientes y le enseña el oficio. El traficante es el colocador, pagado por una comisión de protectores o dueños de casas que se compromete a trasladar prostitutas tanto a nivel nacional como internacional.
2. Las prostitutas. Para simplificar el lenguaje se usa el término en sentido femenino, por ser mujeres la mayoría de las personas que se prostituyen; pero todas las consideraciones hay que referirlas también a varones.
a) Las personas que se prostituyen se dividen en profesionales, semiprofesionales y ocasionales.
Para las profesionales el único verdadero oficio es la prostitución, lo cual implica una mentalidad, un tenor de vida, una capacidad de seducción y de selección de los clientes; entre ellas estan el ejército de las paseadoras, que son colocadas por los protectores en lugares céntricos o periféricos de ciudades o pueblos según la edad y el atractivo. Su exhibicionismo es lo que provoca reclamaciones periódicas e intervenciones ocasionales por parte de las autoridades públicas.
Las semiprofesionales ejercen la prostitución juntamente con otros trabajos del todo honestos o bien junto con un trabajo expresamente adquirido porque permite "ejercer", como podría ser el de camarera, masajista, entraineuse (muchacha que divierte a los clientes en locales como cabarets, night clubs, etc.). Las
call-girls: mujeres disponibles a una llamada telefónica. Externamente su personalidad debe parecer irreprensible. El giro del trabajo se establece por cita con una clientela reducida.
Las ocasionales son mujeres que inicialmente no intentan ser prostitutas, pero se ofrecen ocasionalmente por oscuros impulsos de naturaleza psíquica o para procurarse lucros extraordinarios. Las ocasionales se convierten fácilmente en prostitutas habituales.
b) La figura de la prostituta. Según los datos estadísticos las prostitutas provienen en su mayoría de las clases sociales inferiores, generalmente de ambientes familiares desorganizados y moralmente disgregados, y se ven empujadas por el deseo de una ganancia fácil. Sin embargo, en las estadísticas no están comprendidas las prostitutas semiprofesionales, y sobre todo las call-girls, entre las cuales se encuentran personas con estudios de buena posición que han realizado de modo consciente su elección.
La prostituta comienza su carrera a una edad joven o muy joven (en su mayoría antes de los veinte años); van en aumento las que comienzan ya entre los doce y los trece años: se trata de muchachitas escapadas de casa o inducidas al "oficio" por sus propios familiares.
Hay que distinguir la psicología originaria de la prostituta de la adquirida en el ejército de la prostitución. Inicialmente se trata de muchachas normales, que en general han frecuentado los comienzos de los estudios secundarios. Su personalidad se debilita de forma profunda según va avanzando en la "carrera", en gran parte a causa del régimen de vida: malos tratos y pretensiones de los protectores, consumo abundante de alcohol y ahora también de droga, a la que recurren para darse ánimos y superar momentos de particular desaliento.
No consta normalmente que la prostituta sea hipersexual. Habitualmente su prestación carece de participación psíquica; de lo contrario no podría prestarse a relaciones continuadas con clientes. Es más, la obligación de las prestaciones con toda especie de hombres puede hacer nacer en ella una aversión al sexo masculino.
La prostituta a menudo desprecia a las personas honestas y normales que han de someterse a un trabajo común para ganarse la vida.
Particularmente fuerte es en la prostituta el amor materno cuando tiene un hijo.
En numerosas historias de prostitutas se ve que en un cierto momento las interesadas tienen una percepción exacta de su disgregación moral, de la cual, sin embargo, estiman que no pueden librarse (no faltan entre ellas las tentativas de suicidio). Sin embargo, son posibles, aunque difíciles, las recuperaciones morales de prostitutas si reciben ayuda de instituciones privadas o gubernativas.
c) La prostitución infantil. Por desgracia, ha existido siempre, pero actualmente ha adquirido proporciones industriales. Se le conoce en los países de Asia y de Sudamérica, donde padres desesperadamente pobres venden a uno u otro hijo para que pueda sobrevivir el resto de la familia.
Menos conocida es la prostitución de menores, a tiempo limitado o también a tiempo completo, que existe a escala limitada, pero de modo sorprendentemente vasto y en proporciones crecientes en Europa occidental y en USA. La explotación de menores como actores de filmes o fotorromances pornográficos depende de organizaciones internacionales dedicadas a la producción y a la distribución de semejantes materiales. La explotación directa de menores que conceden a clientes particulares pueden realizarla también organizaciones más pequeñas, pero no carentes de conexiones internacionales. A los menores, a veces vendidos por los padres, pero con más frecuencia huidos de casa, se les hace emigrar con el espejismo de aventuras y de riqueza entre personas que "legalmente" se hacen pasar por parientes suyos. Una vez caídos en red, no es fácil que los interesados tengan el valor de revelarse; se resignan a un género de vida que consideran imposible cambiar, entre otras cosas porque se saben atados por un contrario mafioso que prevé para todo "error" durísimas sanciones, incluso a la larga distancia de tiempo y espacio.
3. Reflejos sociales. Aquí se alude a algunos reflejos sociales de la prostitución.
a) Los clientes. Es casi imposible un análisis sociológico de los "clientes". Se han intentado algunos sondeos en clientes de la prostitución "proletaria", pero no en los clientes de las call-girls. Hay que distinguir entre los clientes "ocasionales", que no presentan particulares características, y los clientes "habituales". Éstos pueden ser tímidos que esperan perder sus complejos con un contacto prostitutivo, arriesgándose así a agravar sus dificultades psico-sexuales, o bien decepcionados por su relación conyugal, o impotentes y pervertidos. Es común en la prostitución proletaria un sentido de insatisfacción por un encuentro reducido a un cuarto de hora y poco personalizado.
b) Difusión se la prostitución. Sólo se pueden hacer conjeturas aproximadas, porque donde está vigente el sistema de reglamentación las prostitutas "clandestinas" evitan el control, y en los países prohibicionistas o abolicionistas es del todo imposible.
El fenómeno de la prostitución está difundido por todas las partes e implica una circulación colosal de negocios. Entre los países prohibicionistas, solamente en Rusia y en China Popular la prostitución clandestina es muy reducida, debido al efecto combinado de un sistema policíaco riguroso, de una educación cívica que reduce las evasiones individuales y de una nivelación económica que no favorece las especulaciones privadas. En los países de economía libre, la posibilidad de explotación comercial y el clima de hedonismo favorecen la actividad prostitutiva más allá y en contra de la normativa legal.
c) La prostitución y las enfermedades venéreas. El temor al contagio venéreo, que se considera sobre todo provocado por la prostitución, ha tenido una parte decisiva para estimular una cultura contra la prostitución. Las estadísticas recientes desmienten netamente este temor. Las infecciones venéreas en los países industrializados de cultura occidental son debidas en gran parte a contactos con personas diversas, carentes de todo cuidado higiénico, más que a relaciones con prostitutas.
Ahora se añade el peligro de contagio de SIDA. Las prostitutas son posibles portadoras de virus, porque muchas de ellas hacen uso de drogas por vía intravenosa y porque tienen relaciones con demasiadas personas diversas que las pueden contagiar.
d) La prostitución y la criminalidad. El mundo de la prostitución gira en torno a la explotación y al tráfico de las personas y está ligado a la industria de la pornografía, al racket de los locales de juego y al comercio de la droga. Por eso hay que considerarlo como un factor criminógeno.